jueves, 13 de abril de 2017

Francisco González Ledesma- Una novela de barrio. Una crítica



En primer lugar debo confesar mi ignorancia. Había visto, por activa y por pasiva, referencias a Francisco González Ledesma; que si es uno de los padres de la novela negra de este país junto con Manuel Vázquez Montalbán, que si publicó más de mil novelas entre las de Silver Kane y con su propio nombre, que si es un autor nunca suficientemente reivindicado a pesar de obtener el Planeta, en 1984 por Crónica Sentimental en Rojo. Lo cierto es que esta cantinela me provocaba una cierta pereza a enfrentarme a su obra. Error claro que remedié al encontrar Una Novela de Barrio, entre los títulos de la colección de novela negra en habla hispana que ofrecía El País el verano pasado. Por cierto, título premiado con el Premio RBA de Novela Negra de 2007 y que era el noveno de la serie de su protagonista.


La historia se sitúa en 2007. Al comisario Méndez, a punto de jubilarse y totalmente arrinconado dentro del cuerpo de Policía, le encargan un caso peculiar: en una casa que iba a ser derruida, y que antiguamente fue uno de los burdeles con mejor reputación de Barcelona, ha aparecido un cadáver con una bala en la cabeza. El difunto es, ni más ni  menos, que el atracador que huyó con el botín de un célebre atraco a un banco ocurrido treinta años atrás, y en el que falleció un niño de tres años, mientras que su compinche fue detenido y encarcelado, aunque recientemente acaba de salir de la cárcel. 


Méndez, buen conocedor del barrio, tira de contactos, pregunta, indaga y todo apunta a que el crimen lo ha cometido David Miralles, el padre del niño muerto en el atraco y actualmente un eficiente y reputado guardaespaldas, llevado por la venganza pero no hay pruebas que le incriminen. Entonces, se dedica a observarlo esperando que intente liquidar al otro malhechor recientemente liberado, Leónidas Pérez. Lo que Méndez no sabe, es que Leónidas es rico y mucho más listo de lo que aparenta y, ante la oscura sombra de la amenaza que se cierne sobre él, decide actuar asesinando a Miralles pero si mancharse él las manos. Iniciándose entonces un juego de cazadores que no quieren ser cazados convirtiéndose Méndez en un observador privilegiado de la acción, siendo a la vez sabueso y protector del investigado. 


Conseguirá Méndez reunir pruebas de la culpabilidad de Miralles, si es que realmente lo es, evitando un nuevo crimen? Logrará Leónidas Pérez su objetivo y después desaparecer? Podrá el presente evitar que el pasado se interfiera significativamente en la historia en forma de cadáveres?.


Tras esta historia de asesinatos, venganza e investigación todo en uno, nos encontramos con una novela brillante en la que Francisco González Ledesma logra mantener la atención y la tensión durante toda la historia. Somete a sus bien dibujados personajes a diferentes situaciones de peligro permitiendo que escapen de él pero solo para que posteriormente caigan en otra tesitura todavía peor. Hablando de sus personajes, estos son poderosos, coherentes y todos con una turbia historia detrás motivadora de sus actuaciones presentes. Entre todos los que pueblan las páginas, destaca Méndez el protagonista, que aunque sea el tapado es quien explica y permite que avance la historia enriquecida por sus socarrones comentarios y descreídos pensamientos. Pero no solo los protagonistas son importantes, los secundarios aportan empaque y se revelan fundamentales en el transcurrir de la acción.  


Tras este interesante argumento, el sustrato de la historia consiste tanto en el inexorable paso del tiempo que diluye indefectiblemente el pasado como en el dolor por la pérdida. El autor lo refleja con muchas manifestaciones; la devastadora vacuidad provocada por la muerte de un ser querido (todavía más en el caso de un hijo pequeño) y como puede quedar cercenada la vida a partir de este momento, el tratamiento que se le da a un Méndez envejecido y apartado de los casos principales de la comisaría debido a sus métodos considerados caducos y desfasados de sabueso, el personaje de Madame Ruth (metáfora de Barcelona y por extensión de las grandes ciudades) como reflejo de una época que no volverá por los cambios en las costumbres, inmigración y urbanismo provocando evidentes transformaciones. 


Además, entre un destacado poso de humor aportado por Méndez, Francisco González Ledesma plantea inteligentemente un dilema moral al lector. ¿Debe el culpable pagar por sus actos recibiendo la venganza, sin duda merecida?. Para aliviar la conciencia del lector, construye a Leónidas como un ser deleznable, evitando así que se tenga empatía hacia él, y aunque no olvidamos que eso no puede justificar el uso de la Ley del Talión, inevitablemente decanta nuestras preferencias. 


Una novela de barrio es una gran novela negra. Entretenida, mordaz y divertida a pesar de la patina de tristeza posada sobre sus páginas y además cuenta con abundantes dosis de intriga que proporcionan una lectura absorbente. El único aspecto negativo es haber descubierto tan tarde a Francisco González Ledesma pero de esto, el autor no tiene ninguna culpa y a nosotros nos proporciona una magnífica obra a disfrutar. 


Francisco González Ledesma en la Wikipedia

Recomendación: 
Como digo en la última línea de la reseña, incidir en el autor, especialmente en la colección de Méndez.

Mientras escribía esta reseña he escuchado el bello Postal de Chicharrón, el apabullante Voyeur Amateur de Nudozurdo (un disco maravilloso, así sin reservas) y el tratado mayúsculo de clase que es I am not afraid of you and I will beat your ass de los absolutamente imprescindibles Yo la Tengo.

2 comentarios:

  1. Me lo has vendido. Las novelas españolas de género no me las suelo imaginar como "entretenidas, mordaces y divertidas" (prejuicios míos, que no he leído muchas).

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    1. Dale una oportunidad y me dices. Es curioso como un autor con una producción tan extensa y de calidad, tenga una repercusión escasa.

      No debía tener demasiados amigos influyentes, por ahí irán los tiros.

      Saludos.

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